Miles de especies de vertebrados terrestres podrían perder sus hábitats adecuados para finales de este siglo debido a olas de calor extremas y cambio en el uso del suelo, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Oxford publicado en Global Change Biology.
El trabajo abarcó casi 30.000 especies de todo el mundo y advierte que la interacción entre el cambio climático y la transformación de los paisajes amenaza con llevar a miles de especies al borde de la extinción, sobre todo en regiones como el Sahel, Oriente Medio y Brasil.
El equipo científico, encabezado por la Universidad de Oxford junto a instituciones de Israel, Estados Unidos y Australia, analizó el impacto conjunto de olas de calor extremas y los cambios en el uso del suelo en 29.657 especies de vertebrados terrestres —anfibios, aves, mamíferos y reptiles— entre 2015 y 2100.
Para ello, emplearon escenarios socioeconómicos y de emisiones (SSP-RCP) y cruzaron datos de distribución y preferencias de hábitat con proyecciones de uso del suelo y eventos extremos de calor.
El análisis contempló la frecuencia, la duración y la intensidad de las olas de calor, así como la transformación de hábitats naturales en áreas agrícolas, urbanas o gestionadas. La investigación utilizó una resolución espacial de 24,1 x 24,1 kilómetros, lo que permitió identificar tanto las áreas que perderán idoneidad como aquellas que podrían recibir hábitats adecuados en el futuro.
Los resultados señalan que, de continuar las tendencias actuales, hasta 7.895 especies de vertebrados terrestres podrían verse expuestas a condiciones completamente inadecuadas en todo su rango de distribución para el año 2100.
Bajo el escenario más optimista, alineado con el Acuerdo de París (SSP1-RCP2.6), el 10% del rango de las especies quedaría expuesto a condiciones no aptas por ambos factores; en el peor escenario (SSP5-RCP8.5), esta cifra alcanzaría el 52%.
El estudio destaca que anfibios y reptiles son los grupos más vulnerables. Incluso en el escenario más favorable, más del 23% y 13% de sus áreas de distribución, respectivamente, quedarán expuestas a condiciones inadecuadas. Además, las especies con rangos pequeños y aquellas amenazadas según la UICN tienen un riesgo especialmente elevado.
En cuanto a distribución geográfica, las regiones subtropicales, el Sahel (Sudán, Chad, Mali), Oriente Medio (Afganistán, Irak, Arabia Saudita) y Brasil aparecen como los focos principales de peligro. En estos lugares, la concurrencia de olas de calor extremas y la pérdida de hábitat por actividades humanas podría dejar a numerosas especies sin refugio posible.
Un ejemplo concreto es el de la víbora arbórea africana (Atheris broadleyi), que bajo el escenario SSP3-RCP7.0 perdería el 81% de su área adecuada por uso del suelo y el 76% por olas de calor, resultando en un 98% de su rango total bajo condiciones inadecuadas. Este tipo de efecto combinado se repite entre especies de África, Oriente Medio y Sudamérica.
El informe de la Universidad de Oxford subraya que los efectos combinados del cambio climático y el uso del suelo son más graves que la suma de sus impactos individuales.
La fragmentación de hábitats limita la capacidad de dispersión o adaptación de las especies, mientras que las olas de calor intensifican el estrés en poblaciones confinadas a paisajes degradados.
Los autores advierten que las acciones de conservación deben abordar amenazas múltiples de forma simultánea. Indican que las áreas protegidas, aunque importantes, podrían no ser suficientes para mitigar los riesgos, ya que las olas de calor extremas pueden afectar incluso a los refugios más resguardados, y su efectividad disminuye en regiones donde la transformación del paisaje circundante es intensa.
Entre las recomendaciones principales figura fortalecer y expandir las áreas protegidas, priorizando la conectividad ecológica y una gestión adaptativa. Además, resulta urgente diseñar políticas integrales que consideren conjuntamente la crisis climática y el cambio en el uso del suelo, para identificar y proteger tanto las zonas como las especies más vulnerables.
El equipo investigador reconoce que sus estimaciones podrían ser conservadoras, ya que el modelado no incorpora restricciones de dispersión ni la conectividad real de los hábitats, lo que podría subestimar el riesgo de extinción, sobre todo para especies con poca capacidad de desplazamiento.
Además, las proyecciones de uso del suelo tienden a basarse en supuestos optimistas sobre la productividad agrícola y la tecnología, sin incorporar completamente los efectos del cambio climático.
A pesar de estas limitaciones, el estudio de la Universidad de Oxford aporta una visión integral sobre la magnitud de las amenazas para la biodiversidad terrestre y subraya la urgencia de respuestas coordinadas e inmediatas.
