La Navidad, celebrada cada 25 de diciembre, tiene raíces en el Imperio Romano. Aunque los evangelistas no precisan la fecha exacta de Jesús, autoridades eclesiásticas y romanas buscaron fijarla. Así, se apoyaron en pasajes bíblicos como “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8, 12), dando sustento a su coincidencia con la Nativitas Solis Invicti, la “fiesta del Sol Invicto”.
Sol Invicto era una deidad solar cuyo culto, según el historiador Javier Alonso, “no era uno muy predominante” en el panteón romano. Santiago Castellanos, profesor de Historia Antigua, agregó que “no estaba al nivel de Júpiter y Marte”. Su veneración llegó desde Oriente, específicamente Siria, con el emperador Heliogábalo en el siglo III d.C. Él reemplazó a Júpiter por El-Gabal, su divinidad solar, rebautizándola como Deus Sol Invictus. Castellanos señala que “Sol asumió todo el culto solar que en el mundo griego se había asociado a la figura de Helios y también su iconografía”.
El culto ganó relevancia. Aureliano lo impulsó, buscando un “monoteísmo” solar bajo la consigna de “un dios, un imperio”, según Castellanos. Constantino, en 312 d.C., decretó el dies Solis, o domingo, como día de descanso oficial. Este respaldo imperial fue crucial para su difusión, sumándose a una popularidad creciente como “culto mistérico” que prometía “salvación personal”.
La fiesta del Sol Invicto se enmarcaba en el calendario romano de fin de año, que incluía brumales y populares saturnales. Estas últimas, dedicadas a Saturno, eran conocidas por una “inversión del orden establecido”, banquetes, intercambio de regalos y decoración de casas con guirnaldas y velas, elementos que el cristianismo adoptaría, explicó Castellanos. Excesos eran frecuentes. El 25 de diciembre fue elegido por su vínculo con el solsticio de invierno, el día más corto, que simbolizaba el momento en que el Sol comenzaba a “regenerarse y renacer”, según Alonso.
Tras la oficialización del cristianismo por Teodosio en 392 d.C., fijar la fecha del nacimiento de Jesús se hizo manifiesta. Para judíos y primeros cristianos, los natalicios no eran costumbre, pero los romanos sí los celebraban. “Necesitan por razones litúrgicas anclar esa fecha en el calendario”, afirmó Castellanos. Alonso puntualizó que la fiesta del Sol Invicto era idónea por su simbolismo: “el papa Julio I decide que el nacimiento de Jesús sea el día de la fiesta del Sol, durante el solsticio de invierno, por la creencia de que el sol derrotaba a las tinieblas”. Esta decisión, apoyada en pasajes evangélicos que describen a Jesús como “la luz del mundo”, también estableció otras fechas litúrgicas. La apropiación de ritos paganos no era novedad; era práctica común de culturas dominantes.
Una teoría alternativa, mencionada por el catedrático Luis Sánchez Navarro, sugiere que el 25 de diciembre podría ser la fecha histórica del nacimiento de Jesús. Cita a Hipólito de Roma, quien en el año 204 d.C. habría postulado esta fecha, si bien su autenticidad es discutida. El hallazgo del calendario esenio de Qumrán, que detalla los turnos de servicio en el templo judío, podría reforzar esta posibilidad, indicando una coincidencia con la época tradicional del nacimiento de Jesús.

