Por primera vez, el automovilismo tiene dos veces a un mismo ganador del Olimpia de Oro. Por primera vez, en años consecutivos la disciplina se lleva la estatuilla dorada. Agustín Canapino recibió la distinción en la ceremonia que se realizó en la Usina del Arte y completó con el máximo galardón una temporada de fantasía: en la terna se impuso sobre Franco Colapinto, que cumplió su segundo curso en la Fórmula 1, y a Nicolás Cavigliasso, que resultó junto a su esposa Valentina Pertegarini, vencedor del Rally Dakar en la categoría Challenger. El arrecifeño, de 35 años, se consagró campeón de Turismo Carretera, Turismo Carretera 2000 y TC Pick Up, convirtiéndose en el primer piloto en sumar tres coronas en un mismo calendario en el automovilismo nacional.
Piloto de jerarquía y multicampeón, con los tres títulos que logró en el año el Titán rompió la marca del inolvidable Juan María Traverso y ostenta 18 campeonatos en el automovilismo argentino; el Flaco era líder con 16. La velocidad es parte del ADN de Canapino, que demuestra su virtud desde hace 20 años, cuando se sentó por primera vez en una butaca de un auto de carreras. El listado de logros empezó con la Copa Megane en 2007, y desde entonces sumó cinco coronas en el TC, dos de Super TC2000, siete de Top Race, una de Turismo Carretera 2000, TC Pick Up y TC Pista.
En 2018, Canapino devolvió al automovilismo a ganar el Olimpia de Oro. Hasta entonces, solamente Juan Manuel Fangio era acreedor del premio que entrega el Círculo de Periodistas Deportivos. El Chueco lo hizo en 1954, año en que se inauguró la distinción y él conquistó el segundo de los cinco títulos de Fórmula 1. El tercer piloto en adueñarse de la estatuilla fue Colapinto, en 2024, que, tras su debut en Williams, en el Gran Circo, hizo flamear nuevamente la bandera argentina en la máxima categoría del automovilismo mundial, tras 23 años. El pilarense compartió el premio con Emiliano Dibu Martínez, arquero de la selección Ahora el arrecifeño repitió la escena y la premiación lo descubre renovado: siete años atrás, la gratificación era un plus para el desafío de participar en las 24 Horas de Daytona; la nueva recompensa es una caricia extra, tras el abrupto desenlace que tuvo la experiencia en IndyCar en 2024.
No tenía en mente ser piloto profesional Canapino, lo suyo pasaba por los libros y proyectar una carrera universitaria. Ingeniería Electrónica, era lo que lo motivaba. Los autos de carrera, increíblemente, estaban prohibidos. Su papá, Alberto –falleció en 2021- un consagrado preparador y que lo paseaba por los boxes de los autódromos del país, era quien desalentaba al mayor de los hijos –Matías es el menor y también es piloto- a ser parte del circo. Agustín aprendió a manejar a los 8 años en los caminos de San Antonio de Areco bajo la mirada de Alberto. Protector, vio pasar a muchos pilotos que querían ser profesionales y no lo lograron y no quería ser partícipe de esa frustración, aunque no estaba en su esencia boicotearlo. Y el chico se ganó el respeto: en su primera carrera de la Copa Megane, ganó.
Los simuladores fueron un juego del pasado y una actividad que desarrolla en el presente. El pasatiempo hizo descubrir sus condiciones conductivas, las virtudes que más tarde trasladó a las pistas. Ahora, forman parte del entrenamiento de los pilotos: desde los que son parte de la elite, como Colapinto en la F.1, a los que se inician. La tecnología la utiliza para competir, pero también la que utilizó para convencer a Ricardo Juncos, el argentino propietario del Juncos Hollinger Racing, para que le ofreciera una de las cuatro butacas para la carrera en Daytona, en 2019, por la International Motor Sports Association. También la que provocó que la escudería Williams lo contratara como piloto oficial en los campeonatos virtuales de iRacing.
El chico que se inició en los simuladores, que no participó en categorías formativas como el karting o los autos de fórmula y que no tuvo hasta los 15 años la aprobación de su padre Alberto para ser piloto, es el primero en lograr el Olimpia de Oro para el automovilismo.
Entre las novedades, y siguiendo la tendencia global, la incorporación de la categoría E-Sports, que crece en el país y cautiva a las generaciones más jóvenes: Leviatan resultó el vencedor; el reconocimiento para el mejor jugador fue para Lucía Dubra (Lulitenz).
También el Premio Inspiración, que respondió a los deportistas ternados que no ganaron el Olimpia de Plata, compitieron por el reconocimiento que otorga una beca anual entregada por Torneos y el Círculo de Periodistas Deportivos. El público votó, a través de un QR, y el elegido fue Manuel Tripano, que practica canotaje.
El Premio Olimpia Infinito, que rindió homenaje a la trayectoria de deportistas y que se otorgó por primera vez, correspondió a Diego Maradona. Un video que recorrió la vida del N°10, pasando por partidos pero también por su vida particular. Diego ganó el Olimpia de Oro en 1979 y 1986, y el Premio al Mejor del Siglo. Dalma y Gianinna, dos de sus hijas, recibieron el galardón.
El Premio Olimpia de Brillantes fue para Ricardo Primitivo González, el capitán de la selección argentina de básquetbol que ganó el Mundial 1950, disputado en el Luna Park. En el juego final, Estados Unidos fue el rival y la Argentina se impuso 64 a 50. Con 100 años, y aunque la estatuilla se la quisieron entregar en su asiento, subió al escenario para recibir una ovación del resto de los deportistas y del público en general. Es el único sobreviviente de aquellos campeones, la primera Generación Dorada.
Entre los múltiples reconocimientos, la selección nacional se llevó el suyo: el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Chiqui Tapia, junto al futbolista de Rosario Central, Ángel Di María –ganador en la terna- recibieron el presente. Fideo, además, se llevó como obsequio una camiseta, con el N°11, del modelo que la Argentina utilizará en el próximo Mundial 2026. El rosarino fue uno de los deportistas más requeridos.
El equipo de River de 1975, que rompió con la racha de 18 años sin gloria: Ubaldo Fillol, Carlos Morete, Rubén Bruno… estuvieron en la premiación. “Ángel Labruna fue quien nos dio la magia para conseguir ese título”, recordó el Pato. También Argentinos Juniors, que en 1985 ganó la Copa Libertadores y perdió la final de la Copa Intercontinental en Japón ante Juventus en uno de los partidos de mejor juego y jerarquía. El capitán de aquel grupo, Adrián Domenech, fue la figura que recibió el reconocimiento en representación de aquel plantel.
La selección femenina de Beach Handball, las Kamikazes, ganadoras de la medalla de oro en los Juegos de Chengdu (China), tras vencer a Alemania; un desquite, porque las germanas habían derrotado a las argentinas un año antes en el Mundial en Pingtan.
El silencio envolvió el salón cuando se conmemoró a los deportistas fallecidos. Las imágenes se multiplicaron en la pantalla para recordar a aquellos que dejaron un sello en sus respectivas disciplinas: Hugo Gatti, Miguel Russo, Luis Galván, Daniel Willington, Juan Ramón Verón, Gustavo Cisneros, Juan Carlos Carotti, Arturo Rodríguez Jurado, Hugo Olmi, Daniel Buglione, José María Suárez, Martín Billoch, Juan José Alberdi, Miguel Ángel Zurdo López, Alejandra Locomotora Oliveras, Oscar Calics, Enriqueta Duarte, Carlos Espósito, Alex Wyllie, Martin Garrahan, Alejandro Frangioli…


