Randy Arozarena, figura de los Marineros de Seattle y uno de los grandes ídolos mexicanos del deporte, sorprendió al mundo con un gesto que mezcló gratitud, lealtad y memoria.
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El ligamayorista decidió regalar dos automóviles, uno a Carlos Pérez y otro a Edwin Solís, los entrenadores yucatecos que lo guiaron desde sus primeros días en suelo mexicano.
De acuerdo con reportes de Visión del Mayab, los vehículos corresponden al modelo Emgrand de la marca Geely, valuado alrededor de 350 mil pesos, lo que significa que Arozarena desembolsó unos 700 mil pesos para cumplir una promesa hecha tiempo atrás.
Tanto Pérez, especialista en bateo, como Solís, encargado de la preparación física, fueron figuras determinantes para su crecimiento en las ligas locales de Yucatán e incluso lo ayudaron en su consolidación como una de las piezas ofensivas más rentables de las Grandes Ligas.
Arozarena no olvida de dónde viene ni cómo llegó. El outfielder llegó a Yucatán después de abandonar Cuba, un episodio que marcó su vida y que terminó convirtiéndose en el punto de partida de su carrera profesional. En Mérida encontró refugio, oportunidades y vínculos que conserva hasta hoy. Ahí formó su primera red de apoyo, trabajó con Pérez y Solís y, con el tiempo, estableció su residencia permanente, razón por la cual suele realizar en la ciudad la mayor parte de su preparación rumbo a cada temporada de Grandes Ligas.
FOTOS: https://www.facebook.com/VisionDelMayab“Randy es un muchacho con gran corazón”, aseguró Carlos Pérez, quien trabajó con él en su jaula de bateo privada, donde ya comenzaron los preparativos rumbo al Spring Training y al Clásico Mundial 2026, torneo en el que Arozarena volverá a ser pieza esencial de la Selección Mexicana.

