Como en su carrera de futbolista, a Juan Sebastián Verón le gusta liderar, lo lleva en su personalidad, sea dentro de una cancha, desde un despacho o siendo un hincha más en la platea, sufriendo como pocas veces la angustiante definición por penales (5-4, tras el 1-1 en 120 minutos) que coronó a Estudiantes campeón del Torneo Clausura.
Su instinto lo lleva a ejercer más de pastor que a ser un integrante del rebaño. En su época de centrocampista integral hacía orbitar al resto del equipo en torno a su manera de entender el juego y ahora, como máximo dirigente pincharrata, marca tendencia, fija el rumbo y no se detiene, aunque enfrente se le oponga la supra-estructura que contiene a su club: la AFA.
La “Brujita”, rebelde con causa, fue en la calurosa noche santiagueña del sábado un presidente campeón entremezclado con los hinchas en la platea del estadio Madre de Ciudades. Viajó el sábado en un vuelo privado con allegados a Tucumán y de allí siguió por tierra hasta Santiago del Estero. Tuvo prohibido el acceso a la cancha para la ceremonia de premiación por la suspensión de seis meses que le impuso la AFA al considerarlo el ideólogo y responsable del “espaldazo”, el pasillo dado vuelta con que Estudiantes desaprobó en el Gigante de Arroyito el ingreso de Rosario Central, repentinamente consagrado unos días antes por Claudio “Chiqui” Tapia campeón del Torneo Anual.
Un título de escritorio, ad hoc del presidente de la AFA para congraciarse especialmente con Ángel Di María y, por extensión, con un Rosario Central en sintonía con los lineamientos generales de Tapia.
Verón pudo hacerse el distraído con ese atropello, rumiar privadamente su fastidio, pero eligió diferenciarse de una dirigencia acomodaticia, se recortó entre la homogeneidad complaciente de sus colegas para mandar un claro mensaje, el de “esto no, así no va”. Tampoco se quedó de brazos cruzados ante la insólita y desmesurada sanción del Tribunal de Disciplina. Ya anunció que apelará ante el internacional Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) por considerar “arbitraria” la inhabilitación.
Luego de recibir el trofeo de manos de Tapia, el capitán Santiago Ascacibar fue hasta el borde de la platea para alcanzárselo a Verón, que lo levantó, en medio de los vítores de los hinchas. “Fue un lindo gesto de los chicos, algunos de ellos me sufrieron como compañero. No me lo esperaba, no era necesario, se los agradezco porque me tuvieron presente en este momento”, expresó Verón a ESPN.
Siguió por televisión, “en una reunión con amigos”, el triunfo de semifinales en el clásico ante Gimnasia. Acostumbrado a vivir el fútbol desde adentro, definió como “difícil” la restricción de no poder acompañar a su equipo. El éxito de este sábado no modificó su discrepancia con el modelo de gestión de la AFA: “Es lindo jugar finales, pero la organización de los torneos es bastante discutible”.
Como equipo, Estudiantes absorbió bien la presión de ser el representante antisistema. Todo el barullo que se generó alrededor no lo desenfocó, desde los octavos de final hizo de cada partido un acto de extrema concentración y confianza en sus recursos. Fue dejando en el camino a un Rosario Central que no estuvo a la altura de la graciable distinción que le concedió Tapia, a un Central Córdoba tutelado por el poderoso tesorero Pablo Toviggino, a un orgulloso y resucitado Gimnasia y, de broche, a este Racing eléctrico y volcánico. Estudiantes, en la cancha, fue una extensión de las convicciones de su presidente.
El trasfondo del enfrentamiento de Verón con la AFA es el de un librepensador contra el adoctrinamiento y sumisión que se exige desde el gobierno bicéfalo de Tapia-Toviggino. La Brujita se muestra a favor del ingreso de los capitales privados en el fútbol, sin que esto signifique ipso facto la reconversión en una sociedad anónima, figura que no está permitida en los estatutos de la AFA, que hace la vista gorda con algún caso que es una SA de hecho. ¿O de qué otra manera puede considerarse a Deportivo Riestra, manejado por Víctor Stinfale como si fuera un accionista mayoritario que asocia al fútbol con su otra empresa, la bebida energizante Speed? Pero como Stinfale es funcional a Tapia, no hay batalla cultural.
Aun siendo un precursor en la incorporación de capitales privados, Verón admitió que la experiencia con el empresario estadounidense Foster Gillett fue “un intento fallido”. Aun así, Estudiantes pudo contar con Cristian Medina, pieza vital en el andamiaje futbolístico, gracias a los 15 millones de dólares que Gillett pagó por la cláusula de rescisión que había fijado Boca. Luego, la inconsistencia financiera de Gillett, con el naufragio del proyecto en Uruguay con Rampla Juniors, lo terminó alejando definitivamente de Estudiantes. Para Verón falló la ejecución, no el modelo: “Puede ser que haya sido un intento fallido en algo que va a venir en algún momento y que tiene que estar por la salud de los clubes, que es la inyección de capitales privados”.
Tapia nunca salió a confrontar públicamente con Véron. Para eso lo tiene a Toviggino, su brazo mediático en las redes sociales para desacreditar, injuriar y amenazar a quien disienta con los manejos de la AFA. Y la figura de Véron es lo suficientemente significativa para combatirlo con munición gruesa. Luego de que Estudiantes revelara que no se había votado en la reunión de dirigentes de clubes que Tapia usufructuó para proclamar campeón a Rosario Central, Toviggino arremetió contra Verón. Lo trató de “sir, sir, sir” (vinculación con un ciudadano inglés), de “miamense” y “pecho frío”.
Más que a las descalificaciones personales, Verón hizo públicos sus temores por los perjuicios que podría sufrir Estudiantes, con una práctica muy extendida desde hace tiempo: los arbitrajes parciales, con fallos que funcionan como premios y castigos. Esto venía siendo habitual hasta que sobre Tapia se desencadenó la tormenta perfecta entre su descontrolada omnipotencia de declarar campeón a Rosario Central y las investigaciones judiciales por un supuesto enriquecimiento ilícito, a partir de su vínculo con el financista Ariel Vallejo. Necesitado Tapia de recuperar cierta credibilidad, los arbitrajes pasaron súbitamente a ser ecuánimes, sin mayor margen para la polémica. Sin cancha embarrada o inclinada, Estudiantes eliminó a Rosario Central y Central Córdoba, equipos a los que el balance entre aciertos y errores de los referís les venía dando a favor.
Verón, en su tercer mandato como presidente, celebra su tercer título, tras la Copa de la Liga y el Trofeo de Campeones 2024. Siendo vicepresidente conquistó la Copa Argentina 2023. En su primer período presidencial se abocó a la reconstrucción del estadio Uno, otro de los orgullos pincharratas. Por entonces, faltaban los éxitos deportivos. Este del Clausura es muy especial. Como líder que es, ganó el partido que solo él se animó a jugar.


