Stellan Skarsgård y la “película revolucionaria” que toca una fibra muy personal: “Somos una familia de vodevil”Stellan Skarsgård y la “película revolucionaria” que toca una fibra muy personal: “Somos una familia de vodevil”

Stellan Skarsgård y la esperada “película revolucionaria” que toca una fibra muy personal: “Somos una familia de vodevil”

2025/12/23 17:00

Stellan Skarsgård sabe lo que es ser un artista comprometido con su trabajo. También sabe lo que es ser padre de artistas. Esa experiencia personal, sumado a su más que probado talento actoral, lo convirtieron en el actor ideal para interpretar a Gustav, un reconocido director de cine con una compleja historia familiar, en Valor sentimental.

Claro que el actor sueco y padre de ocho hijos, cuya prolífica filmografía abarca desde los films de Lars von Trier hasta Thor, tiene sus diferencias con el personaje que encarna en la nueva película de Joachim Trier, ganadora del Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes, que se estrenará en salas de la Argentina este jueves.

Con un humor y la transparencia de alguien que está de vuelta, Skarsgård conversó sobre su nueva película con un pequeño grupo de medios internacionales, entre los que se cuenta LA NACION. Durante la charla, el actor de 74 años habló sobre el impacto de su propia carrera en la vida de sus hijos; por qué los artistas no deberían estar preocupados por el seguro del auto; las diferencias entre el cine europeo y el mainstream norteamericano; para qué sirven los Oscar; y, especialmente, sobre lo que lo diferencia de su personaje en Valor sentimental, ese padre que intenta volver a conectarse con sus dos hijas, tras la muerte de la madre de ellas, mientras sigue obsesionado con la realización de su película más personal.

“El problema, como cualquier artista, puede ser escritor, músico, cualquier tipo de artista, es que su arte lo abarca todo, le absorbe toda la energía y todo el interés porque está obsesionado con él. Y eso crea complicaciones cuando intenta compaginarlo con la vida familiar. Por supuesto, he recibido críticas porque me dicen: ‘Ah, te vas otra vez’. Y lo sé. Y normalmente les digo a mis hijos: ‘Bueno, no me voy tanto como un marinero’. Pero la cuestión es que estoy lejos, incluso cuando estoy presente, porque te concentras en tu trabajo y eso te interesa más que, digamos, el entrenamiento de fútbol. Nunca llevé a mis hijos a entrenar, porque tengo como 10 hijos y no haría otra cosa -dice el actor riéndose-. No funciona. Así que tienen que perdonarme. Pero también es diferente para mí que para Gustav; él dejó a la familia cuando se divorciaron y no sabemos cómo fue ese divorcio. Quizás su esposa lo golpeaba, o era una buena mujer que fue abandonada. No lo sabemos. Pero él no pudo soportar el divorcio, obviamente. Y se fue. Él es un hombre viejo del siglo XX, mucho más que yo. Soy un hombre más moderno. Así que no tiene las herramientas para hablar de ello. No puede describir sus sentimientos. Aunque pueda describir sus sentimientos en el arte, no puede hacerlo en la vida real. Eso es lo triste. Y esa es su lucha a lo largo de la película”.

Gustav (Skarsgård) vuelve a la casa familiar, tras la muerte de la madre de sus hijas. Nora, interpretada por Renate Reinsve, es una actriz con problemas de salud mental, que se expresan, al comienzo de la película, en una parálisis cuando tiene que salir a escena

En el film, Gustav vuelve a la casa familiar, tras la muerte de la madre de sus hijas. Nora, interpretada por Renate Reinsve -la gran revelación de La peor persona del mundo, film anterior de Joachim Trier-, es una actriz con problemas de salud mental, que se expresan, al comienzo de la película, en una parálisis cuando tiene que salir a escena. La otra hermana, Agnes, encarnada de forma brillante por Inga Ibsdotter Lilleaas, se dedica a la investigación, está casada y tiene un hijo pequeño.

La llegada del padre que no estuvo muy presente en sus vidas, crea una crisis, en especial, cuando él quiere convencer a Nora de protagonizar su nueva película. Ante su negativa, Gustav convoca a una famosa actriz norteamericana, interpretada por Elle Fanning, quien enfrenta el desafío de encarnar el papel de la madre del director, cuya historia es trágica.

Las tres jóvenes y talentosas actrices con las que trabajó en Valor sentimental y Skarsgård, según él mismo cuenta, pudieron conectarse con facilidad en su interpretación. “Es mucho más fácil de lo que podrías creer, sobre todo cuando son buenas actrices -dice el actor-. Porque los buenos actores son muy abiertos el uno al otro y están emocionalmente preparados para cualquier tipo de relación. Son profundamente infieles, pero se vuelven muy íntimos en sus relaciones muy rápido. Son tres actrices increíbles. Fue un placer trabajar con ellas. Podrías simplemente sentarte y observarlas”.

La fama y el éxito en el ámbito artístico, y su peso sobre la familia, son temas que resuenan en la película de Trier y con los que Skarsgård está familiarizado. La notoriedad de su carrera, que incluye éxitos mundiales de taquilla como Mamma Mía!: La película; films aclamados como En busca del destino; y series populares como Andor y Chernobyl, tuvo un profundo impacto en sus hijos. A tal punto, que casi todos se dedican a la actuación, entre ellos Alexander y Bill, los dos más reconocidos hasta el momento.

Stellan Skarsgård junto a dos de sus hijos, Alexander y Bill

“Cuando son muy chicos no saben que tienen un padre famoso, pero desde los cinco años, quizás, se preguntan: ‘¿Por qué todos se comportan de forma tan extraña cuando entras en la habitación?’ -comenta Skarsgård-. Todos mis hijos tuvieron una época en la que no querían ser mis hijos, o querían un padre normal, que trabajara en datos y condujera un Volvo, o lo que sea. Alexander, por ejemplo, hizo una serie de televisión a los 13 años y se hizo muy popular. Las chicas intentaban entrar en casa porque les gustaba. Pero él se negó a la actuación. Dijo: ‘No quiero ser actor’. Y no quiso serlo durante 10 años, hasta que de repente quiso serlo, a los 20 o 23 años. Así que es diferente para cada uno. Mi hijo menor, vino a casa un día, hace uno o dos años, y dijo: ‘Todos me llaman nepo baby’. Y eso a él le duele”.

Sobre si es más difícil lidiar con hijos que también son artistas, el actor dice que no lo sabe. “No tengo experiencia tratando con hijos que no lo son -explica, riéndose-. Pero, por supuesto, es como una familia de circo. Y sabemos que es una familia de circo. Lo sabemos, pero también sabemos lo que vale. Es decir, es como lo que dice Hamlet, algo así como ‘¿por qué los actores sienten tanto? Es por Hécuba. Lo hacemos todo por Hécuba’. Pero, es arte; a veces sabes que estás lidiando con cosas muy ligeras y efímeras, y no es tan importante. No es tan importante como la vida de las personas, como las grandes discusiones políticas. Pero al mismo tiempo lo necesitamos, y necesitamos ese tipo de investigación en la psique humana de la sociedad que el arte realiza constantemente, a veces sin saberlo. Así que, definitivamente, somos una familia de vodevil. Es como, bueno, aquí está el próximo show”.

Hay una escena en Valor sentimental, en la que Gustav dice que los actores de ahora son “pequeñoburgueses” y que están preocupados por el seguro del auto y cosas así. Para Skarsgård, en ese caso, su personaje tiene algo de razón. “Es una de las cosas con las que no estoy en desacuerdo con él, porque si te preocupas más por tu seguro que por el arte, de todas formas no sos un buen artista -dice el actor-. Existe el peligro de exigirles demasiado a los artistas que sean normales, que sean apropiados, que encajen, porque el arte siempre ha sido una especie de escape para los inadaptados, para los locos, para las locas, para los sexualmente desviados. Siempre ha sido un refugio para ellos... ¡Así que no nos quiten ese refugio!”.

A lo largo de su carrera, Skarsgåd equilibró las necesidades artísticas con las económicas, combinando su trabajo en films de autores, en su mayoría europeos, con películas norteamericanas de gran escala, como la saga de Los piratas del Caribe, Ronin, las películas de Marvel y las dos entregas de Duna.

“Trabajé con directores europeos que hicieron su primera película estadounidense, por ejemplo -cuenta el actor-. Y, por supuesto, suele ser un choque entre alguien que tiene cierta sensibilidad, que es muy vulnerable. Eso no es reconocido por un gran estudio, por ejemplo. Ellos reconocen las cosas menos pulidas. Si ves las remakes de películas europeas, siempre les falta algo. Lo no dicho, ese toque personal que tienen, que no se traduce muy bien a una película de estudio porque ellos dicen: ‘Bueno, podemos deshacernos de eso, podemos deshacernos de esto otro’, y luego terminan con una película muy mala, porque solo tienen la historia, porque están demasiado centrados en la historia. Pero la clave no es la historia. La clave es la vida dentro de la historia”.

El actor junto a Elle Fanning, en la proyección de Valor sentimental en Cannes

Luego del premio a Valor sentimental en el festival de Cannes y las nominaciones que Skarsgård recibió al Globo de Oro y al Critics Choice a Mejor Actor de Reparto, además del reconocimiento de otras asociaciones de críticos de cine, el interprete se perfila como un favorito para los Oscar. Además, la película figura en las listas de pre-candidatas a ser nominadas a Mejor Película Internacional, Mejor Fotografía y en la flamante categoría de Mejor Casting

“Estoy en plena campaña para los Oscar, lo que implica mucha publicidad -explica-. Es un poco triste que tenga que ser así, que cueste tanto dinero ganar un Oscar hoy en día. Pero la razón por la que lo hago es para que la película sea vista por más gente y la publicidad le hace muy bien. Todo el dinero que se gasta en publicidad de esta película es bueno, porque creo que es una película que merece llegar a un gran público. Creo que también es, en cierto modo, una película revolucionaria, porque es un film muy sutil que captura a un gran público. No importa tu edad, no importa tu nacionalidad, te atrapa. Y no sé exactamente cómo logró eso, pero lo hizo”.

Para Skarsgård, los premios de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood son útiles para ampliar el público de una película, pero de ninguna manera son la medida de su calidad. “Es una medida de todo lo demás, pero no de eso -dice el actor-. Y no es importante más allá de eso. Los Oscar son importantes porque son una plataforma para hacer que las películas sean vistas. Y hoy en día, usamos cualquier plataforma para lograr que las películas sean vistas, y con suerte, que las vean en el cine”.

Con respecto al alcance de Valor sentimental con el público, Skarsgård señala: “La cuestión es que se trata de seres humanos. Se centra en los seres humanos y las relaciones humanas. Tiene esa especie de humanidad diluida. Está muy concentrado”.

Por supuesto que el actor reconoce el trabajo de Trier como clave para el excelente resultado conseguido en la pantalla. “La forma en que mira a los actores es como la de un carnicero mirando un buen filete -dice sobre el director, con entusiasmo-. Realmente ve lo que estás haciendo. Y luego lo selecciona y construye la película en torno a lo que realmente sucede entre las personas, sin importarle en absoluto la historia, la exposición de información, ni nada de eso. Elimina casi todo eso. Así que tiene pureza y, además, es un tipo muy juguetón en lo que se refiere a lo cinematográfico. Uno de mis hijos la vio y quedó devastado, lloró, y dijo que no le parecía larga. Y para él, todas las películas son largas, hasta un Tik Tok le parece largo. Así que, obviamente, funcionó. Trata temas muy oscuros, como el suicidio y temas muy duros, pero está hecho con la ligereza de un soufflé. Es como un soufflé oscuro. Es fantástico. Y por eso creo que él es revolucionario, porque si otros directores aprendieran de él podría haber una nueva revolución”.

Uno de los elementos más atractivos de Valor sentimental es la casa, que es el epicentro de la historia familiar. Es un lugar común decir que una locación es como un personaje más de una película, pero en este caso, el cliché es adecuado, ya que la casa y los objetos que la ocupan tienen para los personajes ese “valor sentimental” del título.

“Como dice Joachim: ‘Para una casa, la vida es muy corta’. La vida de los humanos es muy corta. Es un ‘boof’: vienen y mueren, vienen y mueren, y así sucesivamente. Así que te da una perspectiva temporal interesante. Y también porque trata sobre el tiempo, sobre la conexión a través del tiempo, sobre heredar a través de las heridas y heredar el daño de las generaciones anteriores. Un periodista dijo: ‘Bueno, se trata de construir una familia. Hay que construir una familia como se construye una casa’. Y eso también está bueno”.

En la película, la casa es el terreno en el que se conjugan los encuentros y desencuentros de Gustav con sus hijas, e, incluso, con sus antepasados

La casa es el terreno en el que se conjugan los encuentros y desencuentros de Gustav con sus hijas, e, incluso, con sus antepasados. Pero el arte, específicamente el cine, les da también la posibilidad de volver a conectarse los unos con los otros. “Podrían estar conectados por coleccionar estampillas y que encontraran eso en común -dice Skarsgård-. Pero es más probable que a través del arte puedan expresar la sutileza de todos los sentimientos y todas las cosas que no se pueden expresar con palabras. Porque no son las palabras las que hacen al arte, excepto en la literatura, que es lo que hace que el arte funcione. En el cine, definitivamente no son las palabras. A menos que estés haciendo una serie de televisión donde todo está en el diálogo, porque así debe ser. Así que, no importa quién actúe, no importa quién lo dirija, no importa si lo ves, lo entenderás de todos modos”.

Esa conexión que va más allá de las palabras, es lo que persiguen los personajes en Valor sentimental, pero también lo que logran Skarsgård, sus compañeras de elenco y el director con el público, a través del film. Así como en la ficción uno de los personajes se conmueve con una película de Gustav, el espectador puede experimentar lo mismo al encontrarse con la película de Trier.

“Es raro lo que te conmueve -reflexiona Skarsgård, sobre su propias vivencias con el arte-. Una pieza musical puede conmoverte. Podés llorar porque escuchas una música hermosa. Curiosamente, lloré por primera vez en diez años cuando vi bailar a Barishnikov, siendo ya un hombre mayor. Pero en sus movimientos estaba toda esa experiencia de dejar salir sus sentimientos a través de esos movimientos. Y no sé por qué lloré, porque no había nada que me hiciera llorar, pero lo hice. Es una magia fantástica. Podés manipular a la gente para que llore, podés mover los hilos y poner toda la maquinaria a trabajar para vos. Pero es una especie de sentimentalismo, y eso no me gusta. Me gustan las películas sentimentales y me gusta el melodrama como forma, si es verdadero”.

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